Sueños y otras realidades
Donde un sistema se basa en la explotación, siempre hay explotados
A escala europea o norteamericana, Cuba no es un país rico. En algunas ciudades alemanas, los pasos de peatones por calles simples están hechos por mármol caro de Italia. En esas calles cruzan muchos carros de cromo brillante y de última moda. A sus bordes se encuentran restaurantes, diseñados como templos religiosos y en los cuales se cobran más para un pasapalo que un ciudadano cubano gana en un mes. En el centro comercial al lado ofrecen 37 variantes de salchichas de todo el mundo. Sin embargo, no todos pueden disfrutar de ese bienestar. Pero queda la pregunta si se puede justificar esa forma de bienestar. Sobre todo: La base de la riqueza de los ricos y del bienestar relativo de los pobres de aquí es la explotación brutal del resto del mundo. La explotación de América Latina y de otros continentes desde hace 500 años formaba la base económica para el desarrollo de la industria europea y así también para el bienestar. Igualmente, esa explotación impidió el desarrollo propio de las regiones explotadas, no sólo en la historia. Queda vigente hasta hoy lo que afirmó el gran escritor alemán Bertolt Brecht: "Hombre rico y hombre pobre se miraron a la cara / y el pobre dijo pálido: Si yo no estuviera pobre, tú no estuvieras rico."Nosotros en Europa vivimos a costo de muchos seres humanos en todo el mundo. Consorcios europeos roban los recursos naturales, alimentos y patentes biológicos y venden sus productos y licencias encarecidos a los países pobres. Ya por eso, otros no pueden adaptar el modelo europeo del vivir y sobrevivir, es decir el modelo de los Estados industriales capitalistas. Donde un sistema se basa en la explotación, siempre hay explotados. Pero el sistema capitalista tampoco funciona por otros asuntos, muy banales. Si en todo el mundo haya tantos carros como en Alemania, los sistemas ecológicos colapsarían. No sólo la gente de América Latina necesita una alternativa al capitalismo, sino también los europeos, porque se trata del sobrevivir de la humanidad.
Aunque Cuba no es un país rico, se mantiene un servicio de salud para la población que se puede comparar con los países más ricos del mundo. Cuba ofrece a su pueblo educación y cultura y no renuncia a sus principios sociales ni en las condiciones más duras, como por ejemplo durante el Período Especial. En tiempos de crisis, la Alemania rica muestra otra cara. Allí, los trabajadores no podrán jubilarse antes de cumplir los 67 años, aunque el Gobierno sí sabe que la mayoría de los trabajadores debe renunciar a su empleo mucho antes por razones de salud. Alemania es uno de los países más ricos del mundo, pero desde hace años se ahorra los gastos culturales y de educación. Se cierra teatros, y las entradas de aquellos que se mantienen abiertos son tan caras que mucha gente ya no las pueden pagar. La calidad de las escuelas públicas hunde cada vez más. Sólo aquella parte de la población que gana bien puede resolver esos problemas – con dinero. Ellos mandan sus hijos a escuelas privadas que cobran cuotas caras. Aunque Cuba no es un país rico, pero comparte sus excelentes sistemas de salud y de educación con otros países. Alemania, por su parte, no envía médicos o educadores a otros países, sino soldados, para defender así los intereses del capital alemán. Por eso, y por muchas razones más, Cuba es un país de la esperanza, una posibilidad y un modelo para un futuro más justo.
Si nosotros venimos cada año a La Habana, junto con editoriales de izquierda, sindicatos y grupos del movimiento de solidaridad con Cuba, para asistir a la Feria Internacional del Libro, no es sólo porque queremos a ese país y su gente, sino también, porque podemos aprender mucho aquí. Repito: Cuba es un país de la esperanza, no sólo para América Latina, sino para todo el mundo. Queremos luchar juntos para que un día no nos reunamos como ricos y pobres, sino como seres humanos que viven en condiciones justas y, por eso, iguales. Para lograr eso objetivo queda mucho de hacer en Cuba, en Alemania y en todo el mundo.
Dietmar Koschmieder es gerente de la editorial 8. Mai Verlag que publica el diario junge Welt.